jueves, mayo 08, 2008

Anatomía de un gato III


Los chinos se habían instalado en la esquina sin ningún aspaviento. Primero llegó el chino alto y se puso a afinar una especie de violín con tres cuerdas. Estuvo durante un rato así, y alguna gente se puso a mirar. Se sentó, fumó un cigarro y luego volvió a la carga con el violín, tocando melodías y sonriendo a la gente que pasaba. Más tarde llegó otro chino, más pequeño y también más gordo. Mientras el chino alto tocaba, el pequeño sacó un flauta de bambú, ensalivó la boquilla y entró en la melodía que el chino alto tocaba desde hace rato como si nada. La gente se amontonó y seguramente ganaron buen dinero.

Ellos lo vieron todo desde el café.

- Esta ciudad está cada vez más extraña -dijo Alicia.

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