sábado, junio 28, 2008

Anatomìa de un gato IV

Eran otras las calles que solía recorrer, pero no por eso cejó en empeño a la hora de trazar cartografías -tristes esbozos- de los nuevos territorios: una librería, un trozo de plástico azul sobre la calle, una barbería con butacas de cuero y grandes espejos con los bordes carcomidos. Seguramente habían cucarachas, tal vez ratones. Pero cucarachas, claro, eso seguro. Se levantaba temprano para reconocer las trampas, las posibles salidas de emergencia en el caso. Porque había que ponerse en el caso, era lo más sensato, no siempre las cosas salen como uno quiere, se decía por las mañanas mientras luchaba por despertar del todo.