Encerrado escribo, de pie o sentado, dormido luego de un sueño largo como un viaje, como un viaje del que escribo durante los días que se suceden, grises y lluviosos.
Hablo de un viaje que es la suma de muchos viajes, de sueños extraños donde aparecen fantasmas de niños y mujeres. Quizás me haya dejado sugestionar por algo que leí acerca de pesadillas recurrentes.
Este es un sueño nuevo, brillante y filoso como el canto de las navajas en las noches de los oscuros callejones. Es Temuco aunque no se parezca a Temuco, al menos a ese que recuerdo o imagino. Es una ciudad al sur de todo y una sala de clases y un niño muy pálido que mira todo desde un rincón y las niñas, porque sólo hay niñas en la sala, lindas niñas rubias y morenas y colorinas y de pelo color miel, y las niñas me miran con ojos temerosos, exigiendo una respuesta a la pregunta que nunca han formulado, una tabla de salvamento. El niño de pronto desaparece y les pido a todas que salgan y todas lo hacen menos una que se queda sentada en el pupitre, el pelo largo y negro y la piel tan blanca como la del niño que ya no está. Le pido que se vaya, ahora en una lengua desconocida, una mezcla de latín y alemán, y la niña me mira y apunta con el dedo a algo que va apareciendo como una nube de humo color magenta, algo que se va corporizando y es el niño otra vez, junto a mi, y el cuadro tiene algo de Velázquez, las figuras se alargan y la niña con el brazo estirado apuntando al niño que la mira fijamente y yo un espectador, el único, junto a una ventana que no estoy seguro que haya estado siempre allí. Y cojo al niño por el cuello y comienzo a apretar, siento algo blando que se escurre entre mis dedos, con la certeza que no es piel ni sangre -¿cómo puedo saberlo? ¿alguna vez he estrangulado a alguien?-, que hay algo más que comienza de pronto a colocar las cosas en su sitio, el grito de la niña que se abalanza sobre mi como un perro rabioso, como una hiena hilarante en busca del corazón o los pulmones, hambrienta y furiosa, y el cuello del niño que cede y me deja con su cabeza en la mano mientras el cuerpo inerte cáe al piso y se convierte en arena y la chica en medio de un salto animal queda congelada en el aire y comienza a desvanecerse, a transparentarse en silencio. La cabeza del niño en mis manos, ahora una especie de tótem de madera que lanzo hacia afuera por la ventana que se abre con el susurro del viento, una curva perfecta para caer en medio de un charco y desaparecer y entonces me doy cuenta que afuera está nevando y hace frío.
Despierto sudado, inquieto, alcanzado por el rayo terrible de la lucidez. Despierto y salto hacia la máquina cucaracha de ojo brillante, cíclope y ventana en mitad de esta otra noche, salto hacia el teclado que se come mis imágenes, que las convierte en signos blancos, en lectura, en el espejo de ese que sigue soñando, ahora con un transbordador que corta el agua del canal de Chacao con su quilla plana, un transbordador en cuya baranda está apoyado un hombre, un hombre delgado y triste que deja caer de sus manos viejas fotografías, un hombre que se deshoja lentamente, como un árbol en otoño.
5 comentarios:
Y apoyado en la baranda la pesadilla se vuelve una pregunta. Una aclaración. Las pesadillas son sueños oscuros, sueños nublados. La niña de piel blanca oculta una razón. Siempre la hay. Entonces se explica lo de saltar como fiera y el desvanecimiento del cuerpo del niño. Todo es blanco. Piel. La nieve afuera. Sueñas con agua, con ríos, con canales. Entonces el reflejo de tu rostro proyecta un deseo. Deseos en realidad. Caminas. Despiertas de una pesadilla como si fuera un largo viaje. Y la lluvia. Entonces siempre la lluvia mojándolo todo. Huellas. Recuerdos. O malos sueños que opacan a los buenos, a los extraños, a los sueños de papel y letras blancas.
Acabas con el niño de tu pasado.
Percibes a las mujeres peligrosas desde el ángulo de lo infantil.
Seguramente sigues intentando aprender a ser completamente hombre enfrente de lo completamente mujer (si es que eso existe)
crucé el canal, el viento empujaba los miembros al mundo entero, iba a desparramarlos como peces, en picada, y la isla se veía tan lejana, allá estaba yo, haciendo señas, que volviera,
pero nunca más volvimos a ser los de antes mi querido K,
los suenos y pesadillas en mi no son mas que influencias de algo de lo que te dejas sugestionar es cierto incluso anoche veia un noticiero un tipo asesino a una nina era muy tarde apage el televisor me fui a la cama sin sueno continue leyendo mi libro sin darme cuenta que me quedava dormido entre paredes y una pequena luz que me permitia entrar en un mundo que alguien mas creo un mundo que tiene dueno e incluso derechos de autor manejaba un auto azul me estacionaba en una casa enorme abandonada entraba y revisaba desesperadamente cada inmenso cuarto hasta llegar a uno en donde habia una pequena cama cortinas rosa en las ventanas un televisor manchado con sangre que tenia de rojo las cortinas mismas sali rrapidamente pensando en cosas que pasaron tan rrapido que mi mente en ese lugar no alcanzo a guardar llorando sin saber siquiera por que, al salir vi una mujer con largo vestido negro que al acercarme me confirmaba en su repentina transformacion que erea la misma muerte alcance a salir de ahi talvez es demasiado decir alcance por que nadie intento rretenerme era mi sueno o pesadilla no se lo que se es que fue producto de dos mundos distintos que rrecori una noche en menos de treinta minutos uno real y otro ficticio desperte con mi libro en el pecho las paredes en el mismo lugar y la pequena luz vencida por el brillante destello de sol que entraba por mi ventana y me hacia despertar sugiriendome que es el fin de uno de tantos viajes que he hecho en mi vida atravez de mi mente es intentar explicar algo demasiado pesado para un adolescente que no se explica como suceden estas cosas.
Enjoyed a lot! »
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