martes, enero 02, 2007

Declaración

La señorita C.
Un lugar en la penumbra y como mediador un caleidoscopio, un par de botellas de vino y las sonrisas y los vasos vacíos, otros caleidoscopios que se suman y los ojos que se encuentran y la ciudad de noche y el olor a alcohol mezclado con los besos. Pero eso fue antes, claro, porque hubo un antes además de los sueños y las señales, de la búsqueda desesperada del lobo aullando a la luna entre los edificios y los bares, antes de los trasnoches sonámbulos por calles de adoquines gritando a voz en cuello sin que nadie responda a la llamada. Eso fue antes, mientras me desangraba junto a la cuneta – la línea de la calzada, dicen en Argentina-, mientras en aviones trataba de ampliar el radio de búsqueda, mientras en el recuerdo hacía lo mismo. Todo esto fue antes, antes del caleidoscopio que a su vez fue un antes, un prolegómeno entusiasta de esa otra noche que a pesar de ser enero y verano estaba fría como una botella de vino blanco, como la sala de un teatro donde Paulina Urrutia era Santa Juana de los Mataderos, mira las vueltas de la vida, la misma Urrutia que ahora se encumbra en los cielos inalcanzables y sucios del poder, la misma, en ese entonces pregonando las palabras de Brecht el inconforme y eso también fue antes, si la memoria no me falla, e incluso antes estuvo El Entusiasmo con la voz de Javiera Contador en el cuerpo de Maribel Verdú, otra cosa extraña, y la Plaza Pedro de Valdivia y su puente a oscuras y un libro, mi libro, pasando de mis manos a las tuyas, dedicado y todo, mi libro, mis palabras, dibujándose con algo más concreto que el aire frente a tu rostro.
Todo, todo esto fue antes, cuando poco a poco me encontré en tus ojos y tus labios, cuando por fin mis mapas dejaron de ser territorios nebulosos y se convirtieron en paisajes reconocibles: la hondonada de tu vientre, las alturas de tu pecho, las sinuosas dunas de tu espalda. Las cosas volvieron a tener nombre y vuelven a tenerlo hasta hoy, las palabras volvieron a tener sentido y de pronto el corazón volvió a ser corazón y la piel piel y esa noche, la noche del día segundo del último año del siglo pasado, cuando me encaramé sobre la mesa del café Barroco para besarte, mientras cerraba los ojos para lanzarme al espacio vacío que nos separaba y que desde ese momento quedó abolido para siempre, entonces los labios –entumecidos y resquebrajados- volvieron a ser labios.
Ahora, desde la distancia de este nuevo tiempo, de este nuevo siglo, también, todo lo que recuerdo es un antes que se prolonga e invade el presente, que se cuelga de las gotas de agua que se juntan en un rincón de la memoria, de tantos libros y películas (After life, por ejemplo), de tantas peregrinaciones conjuntas, de tantas soledades y espacios que ya hemos compartido, de tantas distancias y lágrimas, una antes que es como un animalito vivo, palpitante, y que nos sonríe desde ese otro momento siempre inconcluso que es el futuro.
Y así, entonces, tanta vuelta para decirte que te quiero.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

¡que envidia Weon!

y así, sin mas... me alegro por ti viejo amigo

un beso para C

fgiucich dijo...

He leìdo con mucho placer esta prosa exquisita. Abrazos.

Claudia Castora dijo...

Caminé junto a tu alma.

Anónimo dijo...

"Caminé junto a tu alma." huyyy la huea cursi, ja,ja,ja

Miss Mag dijo...

Una vuelta bien escrita. Saludos.

Claudia Castora dijo...

ja,ja,ja
Que identificable...!