jueves, abril 28, 2005

Descripciones (otra tarde con resaca)

Hay ciertas cosas que siempre son dolorosas, como despertar a media tarde luego de una borrachera y el sol golpeando sin piedad tu rostro. En fin, ese es el trabajo del sol, calentar e iluminar, y la piedad poco o nada tiene que ver con él.
La resaca, entonces, como tantas y bien aprendidas resacas. Abro los ojos tratando de adivinar si la jaqueca se hará presente o qué, abro los ojos despacio, como levantando un telón, como separando los postigos de una vieja ventana. Sobre el velador está el celular encendido y un par de libros: Antología poética, de Miguel Arteche y editada por Zig-Zag en sus emblemáticos libros de tapas color café dedicados a la literatura chilena; Cuentos, historietas y fábulas, del Marqués de Sade con un excelente prólogo de Leopoldo María Panero, el español maldito; y La náusea, del bueno de Sartre. Es lo primero que veo, todo mezclado con boletos de micro, cajas de pastillas para el dolor de cabeza, un reloj de pulsera cuya correa está a punto de romperse, las llaves del departamento, boletas de restaurantes varios y un largo etcétera que debería terminar con las motas de polvo que se acumulan bajo todo lo demás.
Del resto de la habitación no hay mucho que decir. Una cama e interminables repisas con libros y carpetas y papeles y comics. Por supuesto, también está el escritorio con su bichito luminoso frente al que ahora escribo estas lineas.
Revisando el mail encuentro a una vieja amiga que me avisa que pronto estará por Santiago, supongo que visitando doctores por razones que no viene al caso explicar. Tiene dos hijos y vive, tengo entendido, cerca de Pucón, supongo que en una casa de madera con vista al lago, una casa que en las noches se ve iluminada por las estrellas. Es una gran mujer, también por razones que no se me da la gana explicar.
La resaca comienza a pasarme la cuenta. Un pequeño dolor en el lado derecho de la cabeza anuncia la llegada del invitado de piedra. Por ahí dicen que es en el dolor donde la vida se hace palpable. Una mierda.

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