lunes, marzo 13, 2006

El otro (fragmentos aleatorios II)

5.
1974. La cantante estadounidense Connie Francis es violada en un motel de Long Island.
No sé exactamente porqué –intuyo que hay algo tras el gesto, un significado último, un designio- pero lo primero que encuentro al abrir el diario es una efeméride algo morbosa acerca de una cantante. Leo varias veces el párrafo, no más de tres líneas a una columna, y la imagino negra aunque sé muy bien que no era negra, espectral, el rostro iluminado por el neón parpadeante del motel, las piernas abiertas asomando bajo un vestido azul, tendida sobre una cama y rodeada por un charco de sangre seca.
Recorto el texto con los dedos y me lo meto al bolsillo. Cierro el diario. Miro por la ventanilla del bus, hacia las luces que se suceden una tras otra, luciérnagas eléctricas.
6.
¿Hay de verdad un más allá? Puedo sentir que sí, que de esa manera tiene que ser. Recuerdo a Vera, tendida boca arriba sobre la cama, los brazos extendidos, el libro de cubiertas anaranjadas entre las manos. Tal vez se sintió observada y por esa razón desvía los ojos hacia donde estoy sentado. Adivino una sonrisa en el gesto de la boca, deformado por la perspectiva. Podrían ser tantas cosas: asco, dolor, tristeza. ¿Acaso el único gesto posible es la sonrisa?
Pero el más allá, definirse como uno y lo que lo rodea, la alteridad. Pensar en el más allá en términos de más acá, de profundización, de inmersión en eso que es uno mismo, una suerte de herejía budista. Pintarse una puerta –una ventana, una rendija- en el interior más profundo, caminar hacia ella como una opción de reconciliarse con todo. Recuerdo una entrevista a Juarroz.
Levanto una ceja, movimiento que conozco y aparece cuando algo me inspira desconfianza.
Y cómo no, me digo mientras reconstruyo de memoria los muslos de Vera, la piel blanca y lisa, la curva de la cadera, los senos que se separan bajo la camiseta, el cuello, la boca musitando algo que no alcanzo a oír, las aletas de la nariz expandidas, los ojos, la frente, el cabello rojizo desparramado sobre la cama. Y cómo no, la desconfianza, adivinar la trampa, concebir la vida como un gran cepo. Claro, quizás allí está lo que creo buscar. No en escapar a la trampa sino lo contrario: denunciarla y lanzarme de cabeza al mismo centro, condenarme. Pero otra vez la noción de centro, de interior.
Recuerdo a Vera, leyendo sobre la cama un libro de Onetti recientemente adquirido, al otro lado del cuarto la ventana abierta, la primavera y el calor que cada vez se pone más acorde con la estación. Suspiro.
11.
Un trabajo de ocho a cuatro, a veces de tres a doce.
Encerrado en una pecera con bordes oxidados a veces me aparto del escritorio y miro hacia abajo, hacia la esquina de Teatinos y Huérfanos, las mujeres que trabajan en las oficinas del primer piso apoyadas contra la pared de vidrio, fumando y conversando. Me recuerda la historia del chico que, encerrado en un hospital, desde la ventana de su cuarto tiene vista a un patio rectangular donde van a fumar las enfermeras y los auxiliares. Todos los días, tres veces al día, se para junto a la ventana y las ve con el cabello suelto, las cofias en la mano, cada una repitiendo gestos y muecas, algunas riendo y las otras calladas.
A las mujeres del primer piso no las he visto nunca de cerca, no puedo distinguirlas entre sí desde la altura. Son más o menos como hormigas azules con los cuellos pintados de blanco.
12.
El absurdo evidenciado por tantas cosas, la música, las imágenes. Un escocés que se alistó en las huestes normandas sólo para componer marchas militares, para que la banda imperial de Guillermo el Conquistador tocase sus melodías al entrar en las ciudades que sucumbían al asedio. La historia lo borra, lo cubre de anónimo barro hasta que un inglés, siete siglos más tarde, lo redescubre y lo enseña al mundo –ese gigante que permanece dormido- y demuestre que ese escocés egoísta era un genio, que inventó el dodecafonismo, que se desayunó a Schönberg y a cuantos más.
El absurdo como algo concreto, una gelatina traslúcida e insabora, un mar de aguas muertas, un paso que no avanza ni retrocede, nada más un paso suspendido en el aire y que nunca acaba de concretarse. Tomar nota del absurdo como se hace un retrato: tantos rostros, tantas facciones, un cuadro de El Bosco, un cuadro de Bacon. El absurdo evidenciado de tantas maneras, puesto en el centro de las cosas, abandonado a la resignación y la soledad, aceptado para luego lapidarlo y escupirlo y resurrección de rigor al tercer día. Y así, minuto a minuto, ab infinitum.

8 comentarios:

Roberto_Carvallo dijo...

éste texto me hizo pensar en varios temas.

-primeros en los recuerdos y como nos transformamos en unos uzurpadores de imagenes.

-en los gesto, y lo inutiles que son, ilusiones. como alguién una vez dijo: no necesitamos gesto, sino acciones.

-y lo otro , es el sin sentido de la vida o el sentido de la vida , bueno sinceramente ese pensamineto acaba de perder sentido en mí.


adios dicharachero Sr. K

Marga dijo...

El absurdo como ave fenix, siempre renace aun de sus propias cenizas...

Buenos círculos, con o sin centro!

MOCHIQUI dijo...

Señor K que es el más allá sino nuestra propia mente arrojándonos hacia fragmentos de conciencia e inconciencia, un estado donde todo se mezcla pero que a la vez permitir observar los sucesos desde distintos ángulos, por lo que la nueva realidad o, tal vez debiera decir irrealidad adopta desconocidas formas.

Me ha gustado mucho su blog.
Saludos.
Pau.

Unmasked (sin caretas) dijo...

Fragmentos totalmente aleatorios K, recuerdos, el absurdo, la cantante americana que es negra en su mente pero no es negra, las señoritas fumando en el patio, y el cuerpo de Vera...

Como siempre su título,..perfecto para su escrito. Usted siempre tan enigmático para escribir..

Espero que este bien de salud, espero que haya terminado alguna de sus novelas no? y eso si que no seria "absurdo", ni tampoco un "pensamiento aleatorio"

Le mando un beso con distancia (estoy engripada, y mas bien achicharrada, media vulnerable por la fiebre, en este domingo de nostalgias y de pensamientos aleatorios). Hasta la próxima señor Cortazar.


PETRA

Amapola dijo...

El Bosco, gran esquema de su complejo mosaico, Señor K.
Su blog, gran hallazgo entre las piedras como dice la canción.

Mis saludos

@slz_ dijo...

A lo Lynch, no?

Administrador dijo...

misterioso, k tensión, desde el comienzo

Anónimo dijo...

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