jueves, agosto 04, 2005

Jueves A.M.

El paisaje se escurre, borroso, tras el vidrio empañado del bus. Un laberinto de calles oscuras que se suceden pobladas por las escasas siluetas que atraviesan la noche buscando refugio en las islas de luz que ofrece el alumbrado público. Hay también árboles, rejas coronadas con dientes de tiburón, perros que cobijados en los invisibles rincones. La música directo a los oídos mientras se inclina tratando de mirar la calle más allá de su reflejo, de su rostro con ojeras oculto a medias por un pasamanos de aluminio, de su cuerpo enfundado en el abrigo oscuro. Hace frío, piensa.
A heart that's full up like a landfill, / a job that slowly kills you, / bruises that won't heal. / You look so tired-unhappy, / bring down the government, / they don't, they don't speak for us. Escucha y cierra los ojos. El bus huele a humedad, a ropa sucia, a sudor. Corre sobre el asfalto inclinándose sobre las curvas, obligando a apretar la mano contra el aluminio, a inclinar el cuerpo para conservar el equilibrio. Abre los ojos para nuevamente perderse en el dibujo esquivo de la ciudad desierta y dormida, del espejo falso que le muestra la piel desnuda del mundo.
El bus avanza mientras los pasajeros hablan o duermen. Todos los asientos están ocupados y cinco o seis personas van de pie, entre ellos un grupo de muchachos que lanzan estridentes carcajadas al aire, ejercicios de cetrería violenta. Mira hacia atrás, hacia los chicos que se amontonan contra la puerta de bajada y gesticulan y abren la boca y cambian de posición. Está parado junto a ellos y no imagina de qué pueden hablar, no los escucha tras la música. I'll take a quiet life, / a handshake of carbon monoxide.
Una chica se levanta del asiento y se acerca a la puerta. Toca el timbre anunciando su parada. Los muchachos que están junto a la puerta, en lugar de hacerse a un lado, cierran filas contra la chica. Es bonita: tiene la piel blanca, con cara de escocesa, el pelo corto y castaño, viste un abrigo verde. El miedo salta sobre su rostro como una araña. Uno de los muchachos le coge una muñeca. Nadie en el bus parece darse por enterado. Algunos, los menos, vuelven a mirar y de inmediato se desentienden.
Pero él está ahí, junto a la escena, es parte de ella aunque no lo quiera. Mira fijamente al muchacho que ha tomado la iniciativa, busca sus ojos hasta encontrarlos y sostiene la mirada. El chico aguanta un minuto, dos. El bus se detiene, abre las puertas. La muñeca prisionera es liberada en un brusco ademán que es seguido por un par de palabras que se pierden en el aire frío que le golpea la cara. La muchacha baja y se queda mirando al bus que se aleja, lento como una ballena herida. La música sigue. This is my final fit, / my final bellyache.
Ahora es su turno. Se para delante de la puerta y presiona el botón anaranjado del timbre. Los muchachos lo miran sin decir nada y le abren paso cuando el bus se detiene. No los mira. Baja los tres peldaños de la escalera y pone los pies en la acera. Comienza a caminar muy lento, hacia el oriente, sintiendo -imaginando- el sonido de los charcos que pisa sin cuidado, imaginando el sonido de los otros pasos que han bajado del bus en último momento, imaginando que el ruido de los charcos es el mismo que hará su cuerpo cuando los cuatro chicos le caigan encima a golpes, una y otra vez, cuando lejos de terminar inicien cada vez con más rabia la cascada de nudillos y pies que irán estrellando contra su rostro, contra su espalda.
Such a pretty house / and such a pretty garden. / Silent, silence.

13 comentarios:

Fab Llanos dijo...

a estas horas de la mañana, con este día tan esplendoroso, no puedes venir y dejarme con este regustillo a amargura. Te leí de un golpe. Sólo me detuve tres veces en las últimas líneas. Imaginaba que no te entendia.

Anónimo dijo...

Demasiada realidad al desayuno.

En fin, así es la vida, te golpea cuando la miras de frente y aguantas la mirada más de la cuenta.

Saludos,

Anónimo dijo...

Vas tan tranquilo por la vida, en el bus de la vida corriente, cuando te atrapa sin aviso tu propio karma.

Roberto_Carvallo dijo...

ME GUSTAN LAS HISTORIAS DE CIUDAD... además el detalle del pensamiento en ingles ( aparte de no entender ni huea, excepto el silence, silence)... me hace sentir que no soy el unico que se siente como extranjero en una ciudad de mi nación.
además para ser un Hommus Urbanus es necesario conocer el sabor de la sangre y el frio del cemento de las calles después de una buena golpiza.

adios K.

Ligustrino Campana dijo...

Ah, no, para mí que no, eh... Para mí el muchacho se cruzaba con la chica y se iban a desayunar juntos por ahí, a un café o a una heladería. Esa de los golpes sí que no te la creo, eh, a mí no me engañan tan fácil.

Roberto_Carvallo dijo...

según mi UUUMIRRRDEE opinión, en la calle no hay que tener motivos para sacarle la chucha a una persona, solo las ganas de golpear, y he visto peleas por menos, a veces una mirada es suficiente, y más cuando uno interrumpe a un grupo de malandrines a punto de jotear a una damisela.

wueno, wueno.

IOVocacional dijo...

Buen cuento... sobre todo citando tal hermosa y mítica canción de los Cabeza de Radio, "No Surpises"

Carolina Moro dijo...

Siempre me ha llamado la atención que usted le diga "buses" a las "micros". Y ése es un detalle de los que le hablé la otra vez; un detalle que artísticamente utilicé en una historia.

Hamletmaschine dijo...

Creo que es en los buses donde queda bien claro cómo es que lo real puede detenerse, y cómo es que un grupo de personas, por muy pequeño que sea, incluso una sola, puede sostener por si misma su propia realidad, o construir una épica en unos pocos minutos, desde que el mundo en mundo, y al tiempo lo miden relojes precisos al segundo...


Saludos, aquí por fin poniéndome al día...

Sra. Chayo dijo...

Si hay algo que no merece una historia asi es una micro. Las odio por ser tan cercanas, casi como una abuela de metal e incendio. Me cargan, sobretodo por esos chicos. Que es lo que realmente me carga. Lo siento pero ando con sobre-carga.

maledeta dijo...

Hola...

Me gusto tu relato.

La calle...las micros, todo camina y si lo miras va lento, pero si sigues te pierdes. Cuando miras, yo miro contigo.

Te envio un saludo desde el sur.

Gata Floja

Cpunto dijo...

siempre algo sonando querido k, la cabeza funcionando atrás y adelante, columpio del tiempo, cancioncita rebobinada,

C.

S. M. L. dijo...

Interesante relato con sólo dos o tres imperfecciones. Pararse uno o dos minutos ante la puerta suena a demasiado tiempo. Se toca el timbre y pasan sólo segundos. Hay un que de más después de un perro. El final suena a martirio. Si imagina es que es masoquista. Si siente es que no es inteligente. Pocas personas están dispuestas a dar la vida por nada. Hubiese preferido una emboscada o un enfrentamiento arriba de la máquina, o un carnaval de tensión.