viernes, julio 08, 2005

Canallas

El primero estaba escondido en la esquina que acababa de pasar, agazapado entre la oscuridad de una puerta que se hundía en la fachada del edificio. Claro que lo que había visto era sólo una sombra como tantas en la calle vacía, un eco del sonido de sus tacones sobre los adoquines de la calzada. Pero ese debía ser el primero, estaba casi segura después de haber visto al otro sujeto, apoyado contra un poste metálico y encendiendo un cigarro. En el breve resplandor de la flama observó las facciones anguladas, la nariz aguileña, la barba medio crecida, la mirada torva. Entonces eran dos, aunque no tuviese el valor para volver la cabeza, aunque el silencio sólo sirviera de recipiente para el sonido de sus propios pasos. Son dos, pensó, apretando el bolso contra el costado y metiendo las manos enguantadas en los bolsillos. El tipo en la sombra, el bulto que se había convertido en hombre al salir a la luz de la noche. El otro, el que del efímero resplandor se había convertido en gris penumbra.
Dobló hacia la derecha en la siguiente esquina, nerviosa, decidida a volver a la avenida. No es tan tarde, se dijo, ahí hay gente, tiene que haber gente. Segura que después de tomar la nueva calle los sujetos no podían verla, apuró el paso. Se contrajo dentro del abrigo, buscando el calor que se le escapaba, mirando fijamente hacia los rombos dibujados en la acera, concentrada en escuchar algo, un sonido que denunciara la persecución que era evidente.
Chocó de frente, sin saber cómo, y quedó sentada en el piso. El hombre, el tercero, la miró desde su altura magnificada por el miedo y le sonrió, tendiéndole la mano. Ella retrocedió, abanicando el bolso en el aire entre ella y el hombre. El sujeto retrocedió un paso y dijo algo que ella no pudo ni quiso entender. Dijo algo con voz grave y terrible, una amenaza o algo peor. Ella se arrastraba sobre el abrigo, hacia atrás, hasta que creyó que podía levantarse. Entonces oyó, el sonido de los pasos que se acercaban, presurosos.
No fue capaz de mirar atrás, un temor bíblico, y se levantó como pudo. Corrió hacia el otro lado de la calle y entró a un callejón con una ligera pendiente, mezclando el sonido de sus pasos con la voz del tercer hombre que le gritaba algo. Corrió sin preocuparse del tacón que se le acababa de romper, del vapor espeso que exhalaba cada vez que respiraba y que dibujaba pequeñas flores frente a su cara, del sudor que corría a mares por su rostro. Sólo tenía oídos para los pasos de los tres hombres que corrían tras ella, que tenían que venir tras ella.
Al final del callejón se encontró con un muro que le llegaba a la cintura y más allá el rugido de los automóviles que corrían por el paso bajo nivel. Se asomó al vacío y gritó, y su grito se perdió entre el bramido de los motores. La mujer lloraba, temblando, imaginando la respiración entrecortada de los tres hombres sobre ella. Gritó una y otra vez, mirando con los ojos anegados el movimiento de pares de estrellas rojas y blancas que dibujaban recorridos rectos y desaparecían en la boca del túnel.
Entonces saltó. Con los ojos cerrados, saltó. Y desde el tiempo que demoró en estrellarse contra el asfalto pudo escuchar claramente las risas, tres risas que tenían el sonido del metal golpeando la blanda carne.

8 comentarios:

Roberto_Carvallo dijo...

¿la inmolación es preferible a la violación?.
¿que somos capaces de hacer frente a la desesperación?.
¿Hay maneras más dignas de morir que otras?

lo único que esperaba de tu relato era un final feliz... pues que puedo decirte, eres un canalla.

Pablofe dijo...

Lo saludo señor K, volveremos por estos lugares a completar la metamorfosis.
Saludos.

Pablofe dijo...

Lo saludo señor K, volveremos por estos lugares a completar la metamorfosis.
Saludos.

Cpunto dijo...

he visto oído olido ese miedo que se salta del abrigo que avanza como ola y aplasta y golpea y que lentamente se va a estrellar en contra de: una cosa pequeñita que nace casi sin ganas media ciega: un poco de valor para apurar los pies y la vacilante respiración,

te saludo K, hoy sábado azul claro

C.

Anónimo dijo...

En esos segundos que seguramente será enternos entre que uno se lanza a al muerte ... y lo consigue del todo.

Anónimo dijo...

Estimado Sr K:
lo leo desde otros parajes y dejeme decirle que esos hombres les mandan saludos. Escapando del trio dinàmico llegè hasta acà... y siguen aquì. Acà, tan aquì.
Si tuviera que elegir eligo la sombra primera, esa que entre rombos se desdobla y desborda. ¡porque? porque es mejor mentiroso conocido que por conocer. Y a veces soy tan mentirosa. De verdad.
Desde dicho paraje ...
Cloe

(Dsde otro lugar Http://mimetriky.blogspot.com)

Jean Georges dijo...

Uau. No sé si se escribe así, pero uau. Mi cabeza giraba todo el tiempo en torno a callejones que ya conozco y esperaba en cualquier momento la aparición de Batman a rescatar a tan pobre víctima. Pero no. El murciélago estaba ocupado filmando en Hollywood. Y si... son los problemas de vivir en el tercer mundo.

Salúd Mr.K, y gracias por la inclusión. Es un honor estar entre tan elaboradas líneas.

Anónimo dijo...

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