miércoles, julio 20, 2005

Lecturomaquia en el cementerio, página 1225

Escondido en la oscura esquina, el pechón miraba a la pechoña que caminaba por la calle como siguiendo el curso serpenteante del Pechora. Ante la vista de la pechuga de la chica e imaginando el sensual dibujo de la línea del pechugazo, el intempestivo pechugón incendiado por la pechugonada, acariciando desde la distancia la pecienta y tersa piel, todo lo llamaba a morder suavemente el peciluengo que había llegado a imaginar.
Avanzó un paso sin mirar hacia las pecinas que comenzaban a formar un pecinal junto a la cuneta, sin fijarse en la colilla de cigarro que como un pecio giraba en mitad del charco. Por alguna razón pensó en el pecíolo de una hoja de ginko visto a contraluz y de ahí saltó a Gregory Peck clavando la moneda de oro en el mástil del barco, en el Peckinpah de Wild Bunch, en la pécora muerta junto al río Pecos, en los mineros que a esa misma hora salían de las entrañas de la tierra en Pecs. Sacudió la cabeza, confundido por pensamientos que no parecían suyos y que seguramente eran provocados por la ausencia de pécticos o quizás por la inexplicable presencia de pectina en su organismo.
Tensando los pectíneos para avanzar más rápido y saltar sin dificultades una pectiniforme cerca, inflando los pectorales para disolver la pectosa de la manzana que había comido un rato atrás, con movimientos pecuarios se allegó a la espalda de la que caminaba, sigiloso como aquel que comete peculado en su peculiar estilo para acrecentar su peculio y la cantidad de pecunias a su haber. Con uso de una pedagogía del pedagogo que largamente ha ejercitado el pie sobre determinados pedales que le permiten acelerar la pedalada y pedalear entre los pedaliáceos a gusto, como un pedáneo de pueblo chico, pedante y encantador, asomó un pedazo de su cuerpo con cierto encanto pederasta para golpear el corazón de pedernal de la chica y obtener el agua turquesa que abunda en las costas de Pedernales y que tiene propiedades afrodisíacas, por lo que una vez conseguida debe colocarse sobre un pedestal.
Con pedestre labia el muchachón, ejecutante de pedestrismo en varias de sus disciplinas pero sobre todo en la callejera, extrajo su pedicelario con relativa calma ante la muchacha, quien miró de reojo el pedicelo que el truhán tenía entre manos y con rápido ademán lo golpeó con fuerzas propias de quien planea una venganza o eliminar de una buena vez una pedicular amenaza.
Y huyó rauda, mientras el golpeado se medio sonreía, revolcándose en el suelo.

8 comentarios:

Carolina Moro dijo...

Jugando con el delirio exagerado hasta la provocación. Manoseando las formas hasta dejarlas como un código que se repite hasta el infinito. Divirtiéndose, como me gusta verlo.

Enigma dijo...

Agradable escrito, thnxs

El Enigma
Nox atra cava circumvolat umbra

Anónimo dijo...

Siempre que te leo siento que mis comentarios están de más. Algo así como no sé qué decir.. jo jo

Así que sólo pasé por aquí (por la ventanita de comentarios) a saludar. "Hello..."

Saludos,

pomelo dijo...

talentoso a mas no poder. que relato entretenido, jugando con la fonetica, con los significados, jugueteando con las palabras, con las sonrisas en mi boca.
talentoso sr k.
que gusto me das cuando te leo.
besos y risas.

Bo Peep dijo...

Señor K, le felicito por este post.

Sandra Carrasco dijo...

Me gustó este juego de "pe"

Pd: La fecha en mi blog.

Sra. Chayo dijo...

¿cual es la gracia de andar traumando chicas?
pediazo de pederasta pedante y pedado. pedazo de pedagogo ah?!!

Igual no entendi todas las palabrias, debies saberlio.

besio.

Anónimo dijo...

Excellent, love it! »