lunes, julio 04, 2005

Eso que solíamos llamar amistad

El sábado por la noche, con el buen bengalés que no quiere ser comentado, apareció ante nuestros ojos la posibilidad de escribir el guión para una película que no trata tanto acerca de la amistad como de los procesos que la rodean, de los alejamientos involuntarios y los obligados, de los rencores soterrados y las zancadillas que se ocultan en el recuerdo. Partió todo de la idea de un documental para teminar en un relato estilo Dogma, con mucho conflicto solapado y cámara en mano.
Juntar a diez compañeros de colegio en una comida, en una cápsula parecida a una bomba de tiempo, en una sumatoria de personalidades cambiadas y despojadas de la ingenuidad que tenemos en la época escolar. Personalmente no me ha tocado vivir experiencia semejante, que debe tender más bien al caos que al reencuentro. Hay una fotografía de Marcelo Brodsky que lo ejemplifica de manera clarísima en la exposición que hay en la sala de la fundación Telefónica por estos días, y que se llama Mapas abiertos.
No recuerdo casi ningún nombre, para ser sincero, de aquellos con los que compartí algunos años de mi vida, de ocho de la mañana a tres de la tarde, y a veces unas horas más, escribiendo disertaciones acerca de los mayas o quién sabe qué cosa. Tampoco recuerdo sus caras, no las de todos. Una vez, hace años, me encontré con un compañero de colegio en el bus y me hice el desentendido. Él me vio, también, e hizo lo mismo que yo. A ninguno de los dos nos interesaba encontrarnos en este espacio hostil que es la vida real. Hay otros, por cierto, que sí recuerdo, como el bueno Pedro García con su novia eterna, Diana, que es sorda y gozó su momento de fama gracias a una obra de teatro. Incluso apareció en la revista Paula. Él pasa parte del año en Ibiza, dibujando retratos en un hotel, y hace un tiempo nos vimos y compartimos una tarde de café y pan con palta y limón. Hay otros: Luigi Campos y Christián Núñez, con los que alguna vez tuvimos que defendernos a combos y patadas de agresiones que son propias de esa época. De ellos no sé nada, y ahora, al pensarlo, siento que la nostalgia me gana desde su rincón oscuro.
Así que ahí vamos, a buscar nuestros fantasmas de carne y hueso, a tratar de retratar eso que la mayoría llama identidad y que no es más que una mezcla de individualidades aisladas y un poco disfuncionales. Y para eso vengo a pedir ayuda y colaboración.
Si alguna vez se han visto reunidos con aquellos con los que compartieron parte de su vida y que esta misma se encargó de diferenciar y apartar, ¿cómo fue? ¿A quienes recuerdan y por qué?
Desde ya, desde este espacio que no es distancia, gracias mil.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Me he dedicado a la academia. Además me casé muy peque, a los 18 y tuve hijos muy jóven. En algunas ocasiones he visto en algún sitio, un restaurante por ejemplo un grupito de amigas (examigas?) de la época en que estudié psicología. Veo unas señoras gordas, con caras deformadas, muy maquilladas algunas, escandalosas, un tanto frustradas pero fanfarronas. No todas, por supuesto. Les veo las arruguitas, los cambios internos y externos que logro captar, y por supuesto, obviamente, me pregunto cómo me verán a mí de jodida. Ellas suelen decirme: "te ves igualita" lo cual no sé si es un cumplido o una ofensa. Yo no les digo eso, tal vez se decepcionan. Ni ellas ni yo somos las mismas (hablo en femenino por que éramos casi solamente mujeres en mi generación), ni podemos ya compartir casi nada, por aquéllo de los caminos bifurcados....

Dra. Kleine dijo...

Bueno, fuí la niña que siempre era ratoncilla de biblioteca. "La de lentes la pasada de moda". Hasta cierto punto la que nunca figuró más que para con sus profesores y profesoras...
Pasado el tiempo al encontrarme a todos y cada uno de los que me hacían la mofa les he visto en su mediocridad, mendigando por trabajar solamente como vendedores o cosas así. Las fiestas y el alcohol nunca les dejaron cosa buena.
Ahora tomo todos esos gustos con tiempo y con calma.
Son las vueltas irónicas de la vida, no??

Roberto_Carvallo dijo...

recuerdo que ese sabado cuando usted señor K se juntó con ese Susodicho Béngales, rechazé una reunión con un viejo amigo Negro Vituminoso, para no llegar con una cara de culo demasiado grande, el lunes a trabajar, es más revisé todo el domingo pruebas de unos Jovenzuelos adolecentes que en 10 a 15 años seguramente se ignoraran, espero que hagan lo mismo con el Profesor, eso me hace sentir mejor, tanto como juntarse con viejo amigos.

Pelicula Dogma, mala idea, lo mejor del Colegio es la Banda Sonora.