miércoles, mayo 04, 2005

After life

¿Qué es en realidad un recuerdo? ¿Qué lo compone, qué lo vuelve lo que es? La mayoría de las veces lo que llamamos recuerdos no son más que el recuerdo del recuerdo mismo, impresiones vagas, nada más. Lo confirma la frase hay cosas de las que no quiero acordarme, lo que, por contradicción, demuestra que nos acordamos de todo, y que existe una suerte de velo, de película traslúcida que nos separa de la memoria en su expresión más pura. El recuerdo, o la memoria, hay trabajarla, no es simplemente un reflejo gatillado por un olor o por la lluvia que cae sobre la calle. Hay algo más detrás de eso, todo lo demás. La memoria es una tabla de salvamento para eso que Hegel dijo hace tanto y que es la explicación quizás más certera para la condición humana: sólo somos presente. Vivir con esa premisa sólo nos puede llevar al borde del abismo. Por eso la memoria, por eso la importancia de la memoria.

Por casualidad me encuentro ayer con After Life, que estaban pasado por I-Sat en mitad de una madrugada lluviosa y fría. La dirige Hirokazu Kore-eda y su título original es Wandafuru Raifu (1998), que significa algo parecido a Vida Maravillosa. Trata, en resumen, de un sitio al que llegan los muertos y donde tienen tres días para escoger un recuerdo de su vida que se llevarán consigo a la eternidad. Todo el resto lo olvidarán. El lugar al que llegan es un viejo edificio que a ratos parece una escuela o un internado abandonado y allí cuentan con la ayuda de funcionarios muy acomedidos que los orientan y asesoran para escoger el recuerdo. Es una película de tiempo pausado -no diría lenta- que mezcla actores profesionales con personas comunes y corrientes, con una fotografía hermosísima y un guión demasiado bien escrito, más cercano al documental que al cine de ficción.
Kore-eda, el director, ya había incursionado en el tema de la memoria como parte de la construcción del individuo en Maborosi (Maboroshi no hikari, 1995), que cuenta la historia de Yumiko, una joven mujer cuyo esposo se suicida sin razón aparente, abandonándola a ella y a su pequeño hijo. Yumiko voverá a casarse y dejará la ciudad de Osaka para trasladarse a una aldea de pescadores, sin poder librarse de la sensación de soledad permanente que se ha apoderado de ella.
En Sin memoria (Kioku ga ushinawareta toki) , una serie para TV de 1996, Koreeda sigue los pasos de un sujeto que pierde la memoria después de un accidente.
En el 2001 estrena Distance, que narra la historia de cuatro familiares de miembros de un culto suicida que intentan comprender las motivaciones que llevaron a sus seres queridos a unirse al culto, primero, y luego dañar a otros y terminar con sus propias vidas.
Por casualidad me entero de una nueva película, Nobody knows (Daremo shiranai), que se estrenó en varios festivales con muy buena crítica el año pasado (ganó el Prix d'interprétation masculine en Cannes 2004 para Yuya Yaguira, que interpreta a Akira, el mayor de los hermanos). Se trata de cuatro niños de padres diferentes que viven sólo con su madre, la que de un día para otro los abandona dejando una nota y algo de dinero. La película sigue la vida de los niños durante un año (cuatro capítulos: otoño, invierno, primavera y verano) y está basada en un hecho real, que en la prensa nipona fue bautizado como el suceso de los cuatro niños abandonados en Nishi-Sugamo (1988). Vamos a ver que tal, aunque ya el afiche parece prometer una buena película. De pasadita, aquí se puede ver el trailer de la película.