miércoles, mayo 25, 2005

El cuerpo de la memoria

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Hoy, por dos razones, mi tema es la memoria. Podría incluso decir tres razones si contase Luces no bélicas, la cancioncita de Lucybell que se me pegó por la tarde. Una canción que he escuchado una vez, creo, de un grupo que prefiero no escuchar.
Primero. Estoy leyendo, a propósito de la novela del fotógrafo que mencione unos post atrás, o debajo, o antes, o como quieran; estoy leyendo, decía, El beso de Judas, de Joan Fontcuberta. Cito textual: "Recordar quiere decir seleccionar ciertos capítulos de nuestra experiencia y olvidar el resto. No hay nada tan doloroso como el recuerdo exhaustivo e indiscriminado de cada uno de los detalles de nuestra vida. Jorge Luis Borges, en su relato Funes el memorioso nos habla de la infelicidad a que nos aboca una memoria excesivamente prodigiosa."
Segundo. Mi novia ha entrado en esa especie de torbellino del orden en el que todos entramos alguna vez, esa suerte de revisitación de nosotros mismos que significa revisar viejos papeles, libretas, cuadernos, libros y, en su caso, muchas fotografías. Y revisando con ella los papeles y las fotos me encuentro con imágenes viejísimas, de cuando comenzábamos a salir, y con anotaciones realmente desquiciadas (una lista de carteles callejeros, descripciones de los rostros de los transeúntes, pequeños dibujitos con pancartas donde se lee "Florcita Motuda existe", ese tipo de cosas) en unas pequeñas libretitas que ella usaba para tomar apuntes por esa época.
Entonces la memoria como una especie de componente del cuerpo, como un dedo o como un pie, como la suma de todo el cuerpo, como una lectura posible del cuerpo. No sólo como historia, pues la memoria no es necesariamente eso sino que es una especie de metarelato donde todos los componentes se superponen permanentemente y sólo nos es dado acceder a ellos recurriendo a referencias que parten de este mismo territorio, de la memoria. Lectura de los recuerdos y las memorias como un mapa, entonces, donde nada está antes o después -una convención social- sino donde todo está inter-relacionado, al mismo nivel. Pero las referencias son auto referencias, pues los hitos pertenecen a ese territorio algo desdibujado del recuerdo. ¿Quién puede asegurarnos que los jazmines del patio de infancia eran realmente jazmines y no una especie de acomodaticia mentira para acercarnos a esa imagen que hemos perdido y que es imposible recuperar?
El olvido como parte de este cuerpo, incluyendo cualquier aproximación freudiana al cuerpo físico, aunque no me guste porque no soy muy partidario del doctorcito austriaco. Ya lo enunciaba Fontcuberta, el olvido como parte primordial de la memoria y de la subsistencia como personas. Creo que ya lo había escrito antes, que hablé de una especie de tabla de salvamento.
Después de todo, del tiempo y los viajes, de las muertes y los nacimientos, no nos quedan más que trozos de cadáveres con forma de papel: una carta de amor o la foto de una muchacha que conocimos hace tanto tiempo, enmarcada en calor de un verano que nacía.

1 comentario:

Unknown dijo...

Y l amemoria que juega trampas
que discute certezas,
burlona ve la proyeccion
de nuestras emociones
embarradas contra el proyector
de los suñoes, de lo que pensamos que era y no fue...

He desenterrado la vida que fue y la que imagine.