martes, mayo 03, 2005

Hey little apple blossom canta Jack White en alguna parte

Ayer mi novia y yo cumplimos 76 meses desde que nos besamos por primera vez.
Estábamos en el Café Barroco de la Plaza Brasil y recuerdo claramente que le dije que iba a hacer algo que no sabía si le iba a gustar y me estiré por sobre la mesa y la botella de vino y las dos copas medio vacías y cuando vi su cara acercarse también a mi, con sus lindos ojitos cerrados, supe que todo estaba bien, que ya podía morir tranquilo.
Antes del beso y el vino fuimos la teatro a ver Santa Juana de los Mataderos, una obra de Brecht que tenía en el protagónico a Paulina Urrutia.
Antes del teatro, varios días antes, nos juntamos en la plaza Pedro de Valdivia para ir a ver El entusiasmo, que resultó ser una pésima película, llena de lugares comunes y conflictos no resueltos aunque la presencia de Maribel Verdú podía hacerlo olvidar a uno todo el resto. Nos juntamos en la plaza antes de entrar al cine (fue la última vez que usé lentes) y le regalé un libro que me había editado la Biblioteca Nacional para la Feria Internacional del Libro de 1998.
Antes del libro y del cine y de Maribel Verdú doblada (?) por Javiera Contador nos vimos en una plaza que está cerca del Liguria, un poco más arriba de Manuel Montt, y ella llegó tarde como lo hace hasta ahora y nos fuimos a fumar un porro a la orilla del Mapocho, sentados en la hierba del parque Uruguay, mirando desde lejos como se iban prendiendo una a a una las ventanas del Hotel Sheraton y luego me tomó la mano para cruzar la calle y yo la miré y no pude creer que era tan linda y le sonreí como un idiota.
Antes del porro y el río y la sonrisa idiota, el 19 de diciembre de 1998, la vi entrar por la puerta del Altazor con una amiga mientras yo tomaba vino en una mesa justo frente a la puerta. Ella miraba todo como despistada (después supe que se había fumado un porro) y tenía el cabello largo (ahora lo tiene corto) y luego de un momento de vacilación fueron con su amiga directo a mi mesa, pues uno de los que compartía el vino conmigo tenía no sé que asunto inconcluso con su amiga y así estuvimos hasta las cinco de la mañana y fuimos a dejar a la otra chica a Maipú y luego yo me fui a casa de unos amigos con su teléfono cuidadosamente anotado en un papel que quedó guardado en el bolsillo del pantalón hasta cerca de las tres de la tarde, que fue cuando por fin me animé a llamarla
Han pasado, desde entonces, un poco más de 76 fantásticos meses .
A kiss for you, dear tangerine.


Mientras escribo esto escucho Guerra de Mundos, un programa de radio online que pone jazz (del bueno) y rock progresivo.