viernes, junio 24, 2005

Extraños recorridos de las bocas

¿En qué parte del viaje nos habíamos distanciado, en qué lugar preciso, en qué inflexión del paisaje?
Mirando por la ventana del bus que avanza por la avenida, la camisa anudada al cuello por una corbata negra, pendiente de los movimientos de una grúa que levanta una pared de concreto como si fuera una pluma, mirando todo eso intenta precisar momentos esquivos y palabras que pudieron significar algo distinto una vez que salieron de los labios, mariposas convertidas en dagas de obsidiana, ardientes teas que, por ingenuidad o descuido, fueron vistas como caracoles arrastrándose sobre las hojas de un gomero.
Y de cualquier modo, con los ojos hacia afuera, pendiente de la mujer que en vano trata de atravesar la avenida con el niño en una mano y un carrito en la otra, de los obreros que le chiflan como toros en celo atrpados en increíbles estructuras de fierro oxidado, minotauros multiplicados en espera del sacrificio, apoyando la cabeza en el vidrio y entrecerrando los ojos para que el sol del invierno no le calcine la pupila, convirtiendo todo en un contraste de luz y sombra, perdiendo los detalles, convirtiendo la calle en un río y el muro de cristal que lo separa del mundo en una mebrana invisible que va cediendo, poco a poco, al recuerdo.
- Estás tan distante -había dicho ella.
- Es el invierno -responde él, como antes había esgrimido el otoño, el verano y la primavera.
- Ya no me quieres.
- Nunca he dicho eso.
- Lo sé. Pero es verdad.
- Hay una película nueva en el cine.
- Mírame.
- Y una exposición de Dittborn en el Bellas Artes.
- El hielo como una mariposa se posa sobre nosotros. Puedo sentir el frío.
- Como una mosca, querrás decir. Puedo sentir el hedor.
- Eres despreciable. No sé qué más decir.
- No digas nada.
- Te odio.
- Era mejor el silencio, ¿ves? Terminamos sacando las pistolas y después hay que limpiar la sangre.
- Tus palabras, tus juguetes. Ya olvidaste la mía, mi nombre, el nombre que tú me inventaste.
- Puede ser, puede que haya olvidado tu nombre, pero también he olvidado el mío.
- Ahora creo que nunca tuviste uno.
- El corazón se te seca cada vez que dices algo así. Detente ahora que eres joven, que sigues siendo hermosa.
- No te escucho. Veo tus labios moverse pero no escucho ningún sonido.
- Mejor así. Es como un punto final que no hay necesidad de colocar, que cáe por su propio peso.
¿Un portazo había sido ese punto final? ¿Una bofetada que le cruzó el rostro dibujando una marca invisible que lo marcaba para siempre?
El bus avanzaba sobre el paisaje de edificios y árboles raquíticos, el paisaje de una ciudad que en la distancia se convertía en silueta difusa, en una especie de humo que se desintegraba al contacto con el horizonte. Con la mano derecha buscó el nudo de la corbata y lo apretó, fuerte, hasta que casi no pudo respirar. Mejor así, pensó.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

ay, eso de las moscas,... hum... que duro que se lo digan a uno, y sí, llega un punto a veces que lo mismo que la comida, las relaciones se pasan y se pudren.

PD: No uses aol de browser, una netscape, o explorer.... y ahí no te salen impedimentos para mi alimento diario: tus comentarios maravillosos....

Un abrazo, Mr. K. :)

Carolina Moro dijo...

Los diálogos suelen ser peligrosos, más aún cuando uno de los dos no quiere decir nada. Entonces las ironías, los reproches, los asaltos y las sutiles amenazas con armas o con una herida que se llena de sangre.
Entonces decides el silencio, anudarte la corbata, no respirar o llegar al punto en que sea difícil hacerlo.
Era mejor el silencio, o quizás todo lo que los rodeaba excepto ellos dos.

Respuesta a su aclaración: voy a intentarlo, tal cual. De ahí, mis resultados.

Carver y Auster. Sí, otras grandes coincidencias. Hay mucho inconsiente de La Habitación Cerrada. La segunda parte de un trío, fue una locura leerla e intentar reproducirla sólo en su particular aire. Fantasmas. Lo leíste?

El cuaderno rojo, no. Aún no lo leo porque aún no lo tengo. Me encantaría hacerlo. Lo has leído, lo tienes? Es una especie de ensayo o estoy equivocada?

Y creo que hay más. Libros y coincidencias.
Mademoiselle espera

pomelo dijo...

no hay necesidad de pistolas, menos de sangre cuando el desamor sobreviene y arrasa con todo. una vez que pasa no queda nada de nada.
quedan expuestas claramente las diferencias entre hombres y mujeres cuando el amor se ha ido: ella quiere saber lo que realmente pasa, escuchar un no te quiero aunque duela; el prefiere cambiar de tema, seguir esperando a que el silencio se transforme en una voz clara en los oidos de ella para no tener que decir nada. Apreta mas el nudo de la corbata que aun lo puedo ver algo suelto.
bonito lo que escribes y de la forma en que lo haces.
un beso, señor K.

Carolina Moro dijo...

Una pregunta, no técnica:
El juguete rabioso en homenaje a Roberto Artl, o a algo específico de esa novela?

Ángel mutante dijo...

Te agregué a mis links. Tienes terinta y tres segundos para reclamar.

Un besito caído en la desgracias de los enlaces inútiles.

Chaoooo.

Cpunto dijo...

me encanta esa frase, extraños recorridos de las bocas, con las bocas, varias, aunque siempre son dos, en un abrir de labios y aire, como los versos de tellier, poco y nada más que eso, capaz de secar, claro, cualquier ánima mal parada, capaz de prender el cuerpo y el pensamiento, dejarlo aturdido, botado en el sofa, con el libro abierto y uno dice que va a seguir leyendo pero se mete en el agujero, ese de las bocas y sus recorridos extraños,

C.

Unknown dijo...

Y a veces vomitamos las palabras, en navajas potentes, en suaves tajos la sangre fluye tierna..mansamente ...

Cpunto dijo...

y capa, claro, mucho, y abbot, maravillosas,
es que, todo es como una gran foto, verdad sr k?

Hamletmaschine dijo...

Hola de nuevo, fuera de contexto, nada más quería comentar que he puesto un link a este blog desde el mío, espero que eso no sea ningún problema.

Saludos

Anónimo dijo...

Y ahora tratar de conquistar con vano afán, ese tiempo perdido, que nos deja vencidos... sin poder conocer; eso que llaman amor "Para vivir"

Son historias bastante frecuentes, lamentablemente...

Saludos,