miércoles, junio 01, 2005

Punto de fuga

Imposible no enterarse por la TV de la carrera por el queso, donde un centenar de personas se lanza colina abajo siguiendo un queso rodante que alcanza hasta 130 km/hr en la empinada pendiente de Cooper's hill, Brockworth, Reino Unido. Resultado: algunas fracturas, muchas magulladuras y cuatro victoriosos que como único premio se llevan un queso doble de Gloucester, el mismo que trataron de alcanzar durante la carrera. Lo que en realidad me resulta curioso de todo esto es la ridiculización que nuestros lectores de noticias hacen de esta competencia, mirándola como un bicho raro. No es la misma cara que ponen cuando en alguna pobre localidad de nuestro país se ponen en campaña para hacer la longaniza más grande del mundo. Entonces sus ojitos brillan, extasiados en una suerte de patiotismo, como diría Cortázar.
Hoy por la tarde paso escribiendo, escuchando el disco The blue train, de Coltrane, y antes a In-Grid con el álbum La vie en rose.
Buena tarde para escribir, y aquí les ofrezco un adelanto de lo que hago:
"Andrés ya se sentía borracho, y ni hablar de la marihuana. Se había dejado resbalar en el sillón todo lo que le permitía la inmovilidad de su pierna y miraba hacia sus amigos, instalados los tres en el sofá, compartiendo el vino y pareceres diversos acerca de la arquitectura de los cementerios y los rituales funerarios, casi olvidados de Alicia y de su ausencia. Andrés entrecerró los ojos, de pronto se sentía enormemente cansado. Entrecerró los ojos, entonces, y vio a Alicia de pie junto a la ventana abierta, vestida como el día del accidente, y estuvo tentado a decirle hola amor, cómo estás. Ve bultos o escucha voces, pensó sonriendo pero lo mismo Alicia seguía ahí, mirándolo como tantas veces cuando no hacían caso del murmullo general y se dedicaban exclusivamente a mirarse. Alicia, se dijo Andrés e hizo un pequeño esfuerzo para ejercitar la posible telepatía que Pablo le había atribuido. El fantasma -porque no podía ser otra cosa- le sonrió desde la ventana y luego se esfumó en una nubecita violeta que se mezcló con el humo del cigarrillo que había encendido Daniel. Andrés se acomodó en el sillón, enderezando la espalda, y solicitó con amabilidad un cigarrillo para su propio disfrute.
Mientras aspiraba con ganas un Marlboro que le hizo picar las aletillas de la nariz, comenzó a hablarles del viaje. Los otros tres se quedaron callados un rato, escuchándolo y pensando que otra vez jugaba, pero apenas notaron que a pesar de la borrachera la cosa iba en serio se pusieron a emitir opiniones y consejos, que para eso se juntaban casi siempre con la excusa del vino y otras sustancias. El viaje, decía Andrés una y otra vez, esperando que el fantasma de Alicia apareciera nuevamente junto a la ventana, lo que no sucedió."

3 comentarios:

pomelo dijo...

Agradezco el avance!!! ojala no sea el último que nos des.

Describes como si fueras desgranando un racimo de uvas, delicioso texto para esta mañana de jueves con lluvia.

nos leemos.

Javier Sanfeliú dijo...

dos cosas:
- la corrida cuesta abajo por el queso es una metáfora deliciosa del mundo en que vivimos, me pareció genial.
- buen adelanto de cuento, está notablemente bien relatado. Siga por ahí.

Eso, salud!
Un blogger de por ahí

Roberto Arancibia dijo...

Buenas letras tiene por aquí mister K, espero seguie leyéndote.

Te agregué a los links de Blogs en El mundo sigue ahí.

Saludos!

PD: Todo el mundo vio el queso cayendo. A veces me siento como ese queso, pero se me pasa.